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JUSTIFICACIÓN HISTÓRICA

      Alfonso II, con ayuda de las Órdenes Militares, entre los años 1165 y 1170, dio un importante impulso a la Reconquista ocupando para el reino de Aragón y repoblando, entre otros, los territorios de Mazaleón, La Fresneda, Valderrobres, Beceite, Gandesa, Horta de San Juan y la zona costera entre Tortosa y Vinaroz, consiguiendo que el reino tuviera una salida al mar, luego anulada por Jaime el Conquistador a favor de Cataluña.

      Tras su reconquista, el rey quiso implicar a determinados grupos en su defensa, concediendo la mayor parte de los territorios a la Orden de Calatrava, pero desgajando la Peña de Aznar Laganya (Valderrobres, Fuentespalda y el desaparecido Mezquín) y el término municipal de Mazaleón del territorio concedido a Alcañiz en 1157 y dejándola en manos del obispo de Zaragoza don Pedro Torroja y de su Cabildo Metropolitano, el día 24 de julio de 1175, con la misión de repoblarla y por consiguiente defenderla, pues el territorio era calificado como una gran frontera en la que había miedo a los sarracenos y a los ladrones. A los pocos días, el 29 de julio, por la necesidad de mantener la figura de un representante de la autoridad en la zona, el territorio, a su vez, fue subenfeudado a Fortún Roberto, canónigo de la catedral caesaraugustana, estableciéndose el acuerdo, propio del feudalismo, de que éste debería ayudar con sus ejércitos a su señor, el obispo de Zaragoza, cuando así lo requiriera y, en contrapartida recibía (en depósito) las tierras de la Peña para repoblarlas, defenderlas y explotarlas económicamente. Eso sí, el obispado se reservaba la potestad de recuperar estas tierras en determinadas circunstancias.

      A partir de ese momento, las personas y las tierras de la Peña de Aznar Laganya quedaron vinculadas a Fortún Roberto y sus sucesores, la familia Fréscano y luego los Oteyza. En todos estos años, a pesar de la tendencia señorial a actuar con total independencia, el obispado de Zaragoza no renunció nunca a su derechos sobre estos pueblos, como lo atestiguan diversos documentos: la prestación de homenaje de Matalón y Sancha Roberto al obispo Ramón de Castrocol en 1211, la toma de posesión del castillo de Valderrobres por parte del obispo Sancho de Ahones en 1232 o la bulla del papa Alejandro IV confirmando que Valderrobres pertenecía a la Mitra de Zaragoza en 1255.

      Pero con Pedro López de Oteyza se agotó la dinastía al morir sin hijos en 1305, motivo por el que, por su expreso deseo, estos territorios volvieron a poder del obispo de Zaragoza, no sin un litigio con el rey, hasta su solución definitiva, el 26 de junio de 1307, con una concordia, que establecía el reconocimiento por parte del rey de Aragón, Jaime II, de la propiedad de estas tierras para el obispado.

      A nivel eclesiástico los pueblos de la tenencia de Valderrobres y Mazaleón quedaron doblemente vinculados a la diócesis de Zaragoza, como territorio feudal y como parte de su administración eclesiástica a través del arcedianato de Belchite, de quien dependieron hasta el siglo XIX.

      Sería excesivamente prolijo enumerar los contactos directos y la relación fluida que se produjo entre los pueblos de la tenencia arzobispal (Valderrobres, Fuentespalda, Beceite, Torre del Compte) y Mazaleón con el arzobispado de Zaragoza en su doble condición de tierras administradas civil y religiosamente durante los 500 años que van desde la adscripción definitiva hasta los albores del siglo XIX, en que los nuevos rumbos de la política crearon el estado moderno.

      Si se tiene en cuenta que el grueso de la historia de estos pueblos se remonta a la Reconquista, desde la que han transcurrido algo más de 800 años, 500 se han sucedido en un estrecho contacto con el arzobispado zaragozano.

      En estas circunstancias bien merece la efeméride un tratamiento especial por motivos más que suficientes, de índole local o comarcal, que pueden servir para poner en valor la riqueza patrimonial de estos pueblos (arte gótico, renacimiento y barroco), el estudio de su historia desterrando los oportunismos mágicos, con especial énfasis en la investigación de la historia moderna y contemporánea y la revisión de la historia medieval.

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